Admiración, devoción, felicidad, alegría…todo junto
en una mirada que lo expresaba todo sin cabida para la duda. Carla no lo podía
creer, su padre la llevaría a ver al Real Madrid; no sería frente a un rival
grande en Europa, pero era su equipo, el más grande, aquel que nunca había
visto más allá de la televisión y que por fin, tendría la oportunidad de
disfrutarlo de cerca.
Corría el año 1994 y su padre pensó que sería un partido sin complicaciones en el que su hija podría disfrutar como tanto merecía, pero cuál fue su sorpresa cuando el equipo danés eliminó a los merengues de la UEFA.
Carla se llevó su primera decepción como madridista pero no supuso sino afianzar su sentimiento blanco y hacerla más fuerte aún frente a las críticas. Se enfrentaba a ellas en el patio del colegio sin importarle el qué dijeran, pero en el fondo no entendía cómo había podido pasar, el por qué de esa decepción.
Pasaron los años y consiguió que ir al estadio fuera la cita marcada como irremplazable cada fin de semana que el equipo jugara en el Santiago Bernabéu. No dejaba de escuchar y leer programas y periódicos deportivos, e ir al partido era como un picnic; bebida, bocata y por supuesto las pipas no podían faltar. Cada mañana se despertaba con las últimas noticias de su equipo y no concebía que aquello pudiera cambiar bajo ningún concepto.
Diferentes circunstancias provocaron que ir al campo fuera cada vez más difícil y Carla sentía que necesitaba animar al equipo de alguna manera, aunque fuera lejos de césped y de la que consideraba su localidad. El equipo comenzó a perder, el año en blanco parecía muchos años en blanco escuchando lo que decía la prensa, y se dio cuenta que igual a todo lo que tenía acceso no era realmente lo que ocurría dentro y alrededor del club.
Buscó, preguntó y encontró una opción que le pareció interesante, al fin y al cabo no perdía nada por intentarlo. Su último periodo prolongado en casa por enfermedad, la descubrió un mundo nuevo del que no tenía la más mínima idea. Al final iba a ser cierto que no hay mal que por bien no venga.
Ese mundo paralelo – que veía reflejado cada noche en los programas de fútbol, a modo de pequeños mensajes en la parte inferior de la pantalla – le recordó una gran afición enterrada por falta de medios, decidió retomarla aprovechando el tiempo en casa sin poder optar a nada más y comenzó.
Necesitaba defender lo que no dejaba de ver y escuchar, la llegada del
nuevo entrenador y las críticas desproporcionadas solo por decir lo que muchos
pensaban y callaban, no hacían más sino despertar en ella la guerrera que tanto
tiempo había estado oculta y gritaba en silencio pidiendo libertad, aunque solo fuera
de expresión, que era lo único que necesitaba.
Se recuperó entre artículos, podcast y madridistas que como ella
defendían algo más que al club, defendían
un escudo, su escudo.Un año después de empezar con blogs, webs y no dejar de conocer - y dejar de hacerlo en ocasiones - gente, se dio cuenta que ver un partido del mejor equipo del mundo no se hace con el sonido de las pipas al abrirse, se dio cuenta que seguir defendiendo a un entrenador aunque ya no esté, no es defender a un entrenador, es defender una idea, un madridismo olvidado para muchos, defendiendo el significado de MERITOCRACIA sabiendo que para su equipo, no hay mejor opción.
HALA MADRID Y NADA MÁS!!
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