martes, 21 de octubre de 2014

Historia Por Hacer


Admiración, devoción, felicidad, alegría…todo junto en una mirada que lo expresaba todo sin cabida para la duda. Carla no lo podía creer, su padre la llevaría a ver al Real Madrid; no sería frente a un rival grande en Europa, pero era su equipo, el más grande, aquel que nunca había visto más allá de la televisión y que por fin, tendría la oportunidad de disfrutarlo de cerca.



Corría el año 1994 y su padre pensó que sería un partido sin complicaciones en el que su hija podría disfrutar como tanto merecía, pero cuál fue su sorpresa cuando el equipo danés eliminó a los merengues de la UEFA.
Carla se llevó su primera decepción como madridista pero no supuso sino afianzar su sentimiento blanco y hacerla más fuerte aún frente a las críticas. Se enfrentaba a ellas en el patio del colegio sin importarle el qué dijeran, pero en el fondo no entendía cómo había podido pasar, el por qué de esa decepción.

Pasaron los años y consiguió que ir al estadio fuera la cita marcada como irremplazable cada fin de semana que el equipo jugara en el Santiago Bernabéu. No dejaba de escuchar y leer programas y periódicos deportivos, e ir al partido era como un picnic; bebida, bocata y por supuesto las pipas no podían faltar. Cada mañana se despertaba con las últimas noticias de su equipo y no concebía que aquello pudiera cambiar bajo ningún concepto.
Diferentes circunstancias provocaron que ir al campo fuera cada vez más difícil y Carla sentía que necesitaba animar al equipo de alguna manera, aunque fuera lejos de césped y de la que consideraba su localidad. El equipo comenzó a perder, el año en blanco parecía muchos años en blanco escuchando lo que decía la prensa, y se dio cuenta que igual a todo lo que tenía acceso no era realmente lo que ocurría dentro y alrededor del club.
Buscó, preguntó y encontró una opción que le pareció interesante, al fin y al cabo no perdía nada por intentarlo. Su último periodo prolongado en casa por enfermedad, la descubrió un mundo nuevo del que no tenía la más mínima idea. Al final iba a ser cierto que no hay mal que por bien no venga.
Ese mundo paralelo – que veía reflejado cada noche en los programas de fútbol, a modo de pequeños mensajes en la parte inferior de la pantalla – le recordó una gran afición enterrada por falta de medios, decidió retomarla aprovechando el tiempo en casa sin poder optar a nada más y comenzó.

Necesitaba defender lo que no dejaba de ver y escuchar, la llegada del nuevo entrenador y las críticas desproporcionadas solo por decir lo que muchos pensaban y callaban, no hacían más sino despertar en ella la guerrera que tanto tiempo había estado oculta y gritaba en silencio pidiendo libertad, aunque solo fuera de expresión, que era lo único que necesitaba.
Se recuperó entre artículos, podcast y madridistas que como ella defendían algo más que al club, defendían un escudo, su escudo.

Un año después de empezar con blogs, webs y no dejar de conocer - y dejar de hacerlo en ocasiones - gente, se dio cuenta que ver un partido del mejor equipo del mundo no se hace con el sonido de las pipas al abrirse, se dio cuenta que seguir defendiendo a un entrenador aunque ya no esté, no es defender a un entrenador, es defender una idea, un madridismo olvidado para muchos, defendiendo el significado de MERITOCRACIA sabiendo que para su equipo, no hay mejor opción.

HALA MADRID Y NADA MÁS!!


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