martes, 30 de septiembre de 2014

V de VICTORIA


- No te pelees con los demás niños, de todos puedes aprender, no entres en conflictos, no discutas…
No no no no y mil veces más no.
Eso es lo que recordaba Fernandito mientras se dirigía a la escuela. Era el primer día y su padre había estado durante todo el desayuno dándole pautas de cómo comportarse en el colegio.
Fernandito había nacido en una familia adinerada y desde que tenía uso de razón, le habían educado para ser algo grande. Dedicarse a un oficio importante y poder ser admirado por todos.

Pantalones rotos, arañazos en las piernas y ropa muy sucia había sido el resultado de ese primer día. No entendía nada. Los demás niños se habían reído de él, de sus pantalones cortos y calcetines hasta las rodillas y por supuesto, su peinado que parecía hecho con pegamento. No quería pensar lo que le dirían en casa cuando le vieran así.
Nada más llegar, su madre le miró con esos ojos que solo le transmitían bondad y un amor por encima de todas las cosas. Le abrazó tan fuerte que casi le hizo daño, pero no le importaba, le haría falta para cuando viera a su padre. En cuanto su madre le soltó, Fernandito vio como él se acercaba.
- Al cuarto Fernando.

Su madre le despertó y de nuevo tocaba enfrentarse al patio del colegio, pero esta vez, haría y se acordaría de todo lo que su padre le había dicho la noche anterior y él había escuchado atentamente.


- Fernando Rodríguez Pérez
Su nombre sonó por los altavoces y sintió como había llegado el momento. Político, empresario, ingeniero…tenía por delante un abanico de posibilidades que debería aprovechar al máximo. Sabía que sería envidiado y muchas de esas envidias se convertirían en críticas mal intencionadas con las que tendría que lidiar.

Pasaron los años y de nuevo se encontraba en un pabellón lleno de gente esperando otro nombramiento, pero esta vez, del sueño que había tenido desde pequeño: ser presidente de una de las empresas más importantes del mundo. Aquellas envidias y esas críticas, cada día más duras, se convertirían en ataques personales pero ahora sí estaba preparado.
Seis años pasaron y había conseguido sanear la empresa, poder mantener el control de otra y pese a los continuos ataques, no dudaba haberlo hecho bien. Ahora tocaba centrarse en su otro negocio y su familia. Más alejado de la opinión pública. Iban pasando los años y no dejaba de tener un ojo en su empresa, aquella que siempre había sentido como suya, hasta que una llamada le hizo tomar una decisión.

- Fernando tienes que volver, esto se va a pique. Solo los intereses personales están manejando las cuentas, no te voy a engañar, pinta mal.
-  Mándame los informes que puedas y veré que hacer.
No lo podía creer, estaba delante del fax viendo como cada balance que llegaba era peor que el anterior, no lo dudó, tendría que coger el control y devolver a su empresa al lugar que la correspondía.
Lo meditó, lo comentó con la familia y a pesar de las reticencias, no podía dejar en la estacada su sueño, aquel que tuvo desde aquella noche que su padre habló con él.

De nuevo tomó el control. Las portadas no se hicieron esperar, todas ventajistas ya que nadie sabía que pasaba y el por qué de su decisión. Leía que cometería los errores de su anterior etapa, que solo lucraría a su otra empresa y que la crisis le había afectado lo suficiente como para necesitar de nuevo volver.
Allí estaba, en su anterior despacho, apenas reformado, con gente de su confianza a su lado y no pudo sino recordar aquella noche, aquella conversación que ahora más que nunca tendría que poner en marcha.

Fernandito, cuanto mejor seas más críticas recibirás. Críticas que se convertirán en ataques y a ti en cabeza de turco, sí, cabeza de turco para conseguir tu puesto, conseguir lo que tú quieres y ellos no tienen ni conseguirá con su trabajo. Cometerás fallos, errores, decisiones tomadas más con el corazón que con la cabeza. Deberás intentar discriminar las opiniones que realmente importan de las que no, que no piensen que pueden contigo y siempre, siempre, irte a la cama con la conciencia tranquila. El día que esos otros tomen el control, quizá comiencen a valorar lo que hiciste o no, pero tú, sabrás que lo hiciste bien.

 
Fernando tomó el control, y tal y como le dijo su padre, sus errores se habían vuelto contra él, la dificultad de arreglar lo hecho era máxima y más difícil aún entre críticas, pero dormía por las noches y sabía que al final, sería capaz de buscar la mejor solución.

La empresa estaba saneada, las vacas sagradas - que el mismo había alimentado – eran el principal problema y aunque desde fuera no se vieran las cosas como las veía él, las decisiones que tomara solo beneficiarían a su empresa, su sueño. Quizá no ahora, pero en unos años, con perspectiva…todos se darían cuenta. Aquella V de vendetta que muchos habían tomado como suya para sus intereses personales, él lo convertiría en V pero de VICTORIA.

 

 

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