viernes, 5 de diciembre de 2014

Despedida...


Todas las noches se dormía observando su balón de fútbol, colocado sobre la estantería  frente a su cama, no podía dejar de mirarlo imaginando cómo sería poder vivir noches europeas como las que veía con su padre en la tele. Las pasadas navidades los Reyes lo habían dejado en casa de los abuelos y desde entonces, no había pasado un solo día sin que lo llevara a clase.
Carlitos era consciente de que todos los demás niños jugaban mejor que él - o eso creía -y además después de clase se quedaban horas en el parque jugando con otros chicos, pero sus padres le obligaban a volver a casa y hacer las tareas para el día siguiente. Pocas eran las tardes que podía disfrutar jugando al fútbol.
Decidió que estudiaría todo el tiempo que fuera necesario, sabía que si no lo hacía sus padres nunca le darían la oportunidad de poder dedicarse a su pasión como tanto quería; “nunca lo conseguirás”, “ tú no tienes padrino”, “el fútbol no tiene futuro”, “ solo estudiando llegarás a ser algo”… Cada noche mirando el balón esas frases no dejaban de resonar en su cabeza.

Iban pasando los años y aunque no perdía la esperanza, Carlitos veía como su sueño se alejaba cada vez más. Sus padres le dejaron apuntarse a un equipo con el que podía competir y él sabía era la oportunidad de que algún ojeador pudiera verle. No quiso compartirlo con nadie, que pudieran ver su ilusión, todo quedara en nada y todos volvieran a reírse de él. Las mofas no solo eran en el recreo, o en el parque, también eran en casa. Estaba cansado de oír que no podría llegar a ser nada en el mundo del fútbol y que no tenía lo que hacía falta, pero no estaba en sus planes rendirse, sería más fuerte – lo que hiciera falta – para demostrárselo a todos.

Los meses se iban haciendo cada vez más duros, estudiando y entrenando los días se le hacían cortos y nada le hacía pensar que todos los demás se hubieran equivocado. ¿Y si todas aquellas críticas no fueran envidia? ¿Y si realmente no valiera para lo que él tanto deseaba? En una ocasión su madre le dijo que uno debía quererse sin hacer caso de las opiniones de los demás, que la envidia les hacía ser crueles y que la personalidad es el único y mejor camino para llegar lejos. Era pequeño cuando tuvieron esa conversación y en ese momento no lo entendió, ¿acaso era mejor llevar la contraria y no seguir la corriente? No, no quería más peleas en la escuela y más risas contra él.

Acabó el instituto y nada, quería con todas sus fuerzas creer las palabras de su madre, tener esa personalidad arrolladora que todo el mundo percibe sin necesidad apenas de tener relación, pero él no era así.
Entró en la universidad y era feliz, pero sentía un vacío que no podría llegar a llenar nunca. Había conseguido resignarse y que, al menos, no doliera.
Cuando terminó otra época terminaba y empezaba el momento de trabajar y tener la vida que su padre siempre había querido para él. No le disgustaba, pero no era su decisión, de nuevo había optado por seguir la corriente.

Un día su jefe le programó una reunión con un equipo de fútbol para negociar la posibilidad de llevar su publicidad, se le iluminó la cara en cuanto lo escuchó…al menos de eso sí disfrutaría. La reunión se prolongaba horas pero saber que estaba con un presidente de fútbol que desearía fuera su jefe lo hacía todo más llevadero. En un descanso, hablando de fútbol, jugadores y gestión del equipo Carlos lo supo. Esa misma persona que tenía delante había sido ojeador antes de llegar donde estaba, había visto muchos jugadores pero sí recordaba a un par de ellos con los que no pudo contactar. Eran menores y sus padres no accedieron a una simple prueba, Carlos era uno de esos dos chicos.
Volvió a casa andando, contrariado con lo que había pasado. Sabía la opinión de sus padres pero que teniendo la oportunidad en sus manos ni siquiera se la hubieran dado…eso era demasiado.
 Al final se dio cuenta, la culpa no era de sus padres, no podía echársela a ellos por no aceptar él mismo su gran fallo, no creer en él. Igual si se hubiera plantado, si hubiera intentado apoyarse en su madre y unirse ambos para discutirlo con su padre… ¿y si? ¿y si? Ya daba igual…no haber decidido por sí mismo y dar prioridad  a las palabras de los demás le habían arrebatado su sueño. Solo él, había terminado con sus opciones antes de creérselas. Todos habían conseguido acabar con su sueño y él, les había dejado. Demasiado tarde para darse cuenta pero no para aprender de su error.

El resumen es fácil, ¿división del madridismo? ¿culpa de Mou? No, culpa de cada uno por tomar las decisiones que toma. Gracias a Dios el Real Madrid es más grande que todos nosotros y solo eso importa. Los descansos son necesarios, alejarse y verlo todo con otra perspectiva para centrarse en decidir cómo defender nuestros objetivos; despedidas que sufrimos cada día con la gente que en un principio quería luchar con nosotros y vio cómo los objetivos dejaban de ser comunes…despedidas que debemos convertir en hasta luego, nunca en adiós.

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