Con su balón bajo el brazo y con las primeras hojas de otoño cayendo sobre él, volvía a casa tras haber soportado, de nuevo, burlas y risas de sus compañeros por querer ser portero. No importaba que le utilizaran porque nadie más quisiera defender la potería, el que no aspirar a ser el mayor goleador fuera algo negativo, le daba igual…tenía claro lo que quería y que algún día, todos aquellos que hoy le señalaban, bajarían la cabeza y se darían cuenta que lo importante es luchar por lo que quieras sin unirte a la corriente mayoritaria. Sus profesores pensaban que no había nada que hacer con su conformidad, pero estaba convencido de que en algún momento, encontraría a alguien que le entendería y valoraría su trabajo.
Se despertó nervioso, había soñado que volvía a estar en el patio del colegio, bajo esos palos de cuadros rojos y blancos que veía en su portería…pero esta vez todos le miraban emocionados, le aplaudían y animaban.
Habían pasado ya nueve años, pero era un día diferente, se levantaría y llegaría a su club, el que desde pequeño siempre había visto por la tele y le parecía inalcanzable. Con trabajo y sin atender a envidias ahí estaba, el momento de demostrar su valía -a quién tenía que hacerlo- estaba muy cerca.
Decidió como siempre le habían enseñado, q lo mejor era trabajar, no perder la ilusión y creer en uno mismo. Y así, fiel a sus principios, fichó por la primera plantilla debutando sólo un año después por el primer equipo. Debutó en Pamplona, tras la expulsión del portero titular, y en esos minutos finales contribuyó a mantener la portería a cero. A penas fueron diez minutos, pero para él sólo contaba sumar y ayudar al equipo.
A partir de ahí, otros equipos se fijaron en él y decidió aceptar una importante oferta con el pensamiento de volver en un futuro, tras haber crecido como profesional, defendiendo así mejor a su equipo. Y no se equivocó, mejoró y creció hasta el punto de que la UEFA le galardonara como el portero revelación de la temporada.
Fueron años de crecimiento profesional y personal, pero cuando aquella época de su vida llegó a su fin, tocó decidir otra vez. Allí había formado una familia, vínculos, pero su equipo perdió la categoría y eso solo le haría alejarse de su club. Una oferta -aunque por debajo de su valor- llegó, y decidió que si eso era lo necesario, lo que debía hacer, aunque supusiera volver al banquillo... merecería la pena. Y así fue, sin saberlo y paralelamente a lo que él vivía lejos de su casa, una persona se había fijado en él. Era alguien importante, influyente y conocedor de lo que realmente necesita un equipo. Una persona especialista en ir contra corriente, o más bien, en ser fiel a sus principios aunque no estuvieran bien vistos.
Muchos hemos abierto los ojos, muchos hemos visto cómo se comporta realmente un madridista o al menos, un profesional que nunca muerde la mano que le da de comer.
Igual no todo se ajusta a la realidad….o sí, de lo que sí estoy segura es, de que nuestro Diego sigue soportando mofas y burlas porque su respeto por el escudo es mayor que el de muchos otros…
Desde aquí sólo dar las gracias por que alguien como él esté en nuestra plantilla.
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