No hace mucho, pudimos ver todos como Emilio Butragueño repondía a la opinión de Susana Guash acerca de unas declaraciones de Mourinho. Sí, he dicho opinión, porque tras titubear, recalcó «supongo que se refería», y hasta donde sé, suponer no es saber, ni conocer.
¿Por qué Butragueño no ha seguido los pasos de Sanchís, Morientes o incluso Alkorta?
«Yo no quiero ir a ese bar, no me gusta el ambiente», Diego siempre pensaba lo mismo cuando sus amigos decidían ir a ese bar, ese en los bajos de ese barrio tran siniestro que tan poco le gustaba. Después, se daba cuenta que si se negaba, el lunes todos se aliarían para llamarle nenaza. Nadie se quedaba un viernes por la noche en casa; cualquier persona normal salía a beber e intentar engañar a una chica para llevarla al huerto. Algo, que al final ninguno conseguía. Diego solo quería, ver la tele, tomar unas cañas en algún bar tranquilo, o incluso ir al cine. « ¿Qué tiene de malo no reír las gracias al guay de turno y seguir sus pasos?»; cada año era más difícil seguir la corriente. En el colegio no parecía haber más opciones, pero terminando ya el instituto..., las cosas debían empezar a cambiar.
A la semana siguiente, Diego se plantó, expuso su plan de cine e irlandés, pero nadie quiso unirse tras la negación de Joaquín. Diego se fue a casa, encendió el vídeo, y disfrutó junto a unas palomitas y una cerveza de una de sus películas favoritas.
El lunes todos hablaban acerca de la tía buena con la que subió a su coche Joaquín. « ¡Qué casualidad! Noche que no salgo, noche que Joaquín triunfa». No sabía por qué, pero por primera vez en su vida, se sentía realmente orgulloso de no haber seguido los pasos de nadie, solo seguir realmente los que el quería. Al día siguiente, el Real Madrid disputaba un importante partido de Copa de Europa, y sabía que su abono de sobra tendría muchas novias.
Como era de esperar, al día siguiente, todos se olvidaron de Joaquín y la supuesta chica con la que se fue a casa, y solo buscaban que Diego les ofreciera su abono. Feliz, orgulloso y sin tener ninguna duda... fue solo. Llegó pronto, se sentó y observó la magnitud del Santiago Bernabéu frente a él. Disfrutó, gritó y celebró cada gol como si fueran los primeros que había visto en su vida, y cuando llegó a casa disfrutó de haberlo hecho solo, sin aplaudir a nadie que no quería, ni hacer nada de lo que no estuviera seguro.
Pasaron las semanas y un viernes por la tarde sonó su móvil: número desconocido. Cuando colgó, se sentó sobre el sofá y sin poder controlarlo lloró, lloró como un niño pequeño. No recordaba haber entrado en un concurso con su entrada para ir a un entrenamiento del equipo y conocer a los jugadores.
El fin de semana se le hizo eterno, necesitaba contar a todos esos que seguían los pasos de otros, que él lo había conseguido. Solo, yendo contracorriente, sería él quien conociera a los jugadores del Real Madrid.
Esto ocurre continuamente, en la infancia, la adolescencia y en nuestro mundo futbolístico, más aún en la edad adulta.
¿Quién paga más? Quien critique al Madrid.
¿A quién se le adula sin merecimiento? A quien critica al Madrid.
Quizá Butragueño tuvo la suerte de quedarse dentro del club; y eso es lo que hace que su defensa no cese, pero ¿por qué él se quedó y otros no? Igual, simplemente vieron en él lo que en otros no.
El pseudomadridismo siempre existió, solo que ahora ha llegado a unos límites excesivos con tanta universalidad y falta de periodismo informartivo, pero delante de Susana Guash, defendió de manera natural, que por mucho que ellos quieran, no conseguirán que dejemos de tener el doble de Copas de Europa, UCL, o como quieran llamarles que su adorado equipo de moda y sin una Historia como la nuestra.

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